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jueves, 29 de enero de 2009

El cuerpo humano














Y aquí os dejo unas cuantas fotitos de el último trabajo para la asignatura de Volumen.
Tema: el cuerpo humano.
Técnica y materiales libres.

Y entre todas esas fotos esta mi trabajito, a ver si adivinaís cual es ;)

martes, 20 de enero de 2009

Padre Guillermo


"Ha envejecido, Padre Guillermo," dijo el chico,

"Y su pelo está lleno de canas;

Sin embargo siempre hace el pino--

¿Con sus años aún tiene las ganas?



"Cuando joven," dijo Padre Guillermo a su hijo,

"No quería dañarme el coco;

Pero ya no me da ningún miedo,

Que de mis sesos me queda muy poco."



"Ha envejecido," dijo el muchacho,

"Como ya se ha dicho;

Sin embargo entró capotando--

¿Como aún puede andar como un bicho?



"Cuando joven," dijo el sabio, meneando su pelo blanco,

"Me mantenía el cuerpo muy ágil

Con ayuda medicinal y, si puedo ser franco,

Debes probarlo para no acabar débil."





"Ha envejecido," dijo el chico, "y tiene los dientes inútiles

para más que agua y vino;

Pero zampó el ganso hasta los huesos frágiles--

A ver, señor, ¿que es el tino?"



Cuando joven," dijo su padre, "me empeñé en ser abogado,

Y discutía la ley con mi esposa;

Y por eso, toda mi vida me ha durado

Una mandíbula muy fuerte y musculosa."



"Ha envejecido y sería muy raro," dijo el chico,

"Si aún tuviera la vista perfecta;

¿Pues cómo hizo bailar en su pico

Esta anguila de forma tan recta?"



"Tres preguntas ya has posado,

Y a ninguna más contestaré.

Si no te vas ahora mismo,

¡Vaya golpe que te pegaré!

Poema que Alicia en el país de las maravillas recita a la oruga.
Para papá, por que se llama Guillermo, y por que yo me llamo Alicia en recuerdo de Alicia en el país de las maravillas.
Y por que me gusta chincharle recitándole este poema de vez en cuando.

miércoles, 14 de enero de 2009

¿Está en venta?


Y no os podeís ni imaginar lo que me ocurrió ayer, al salir de clase de pintura.
¡Por poco no me lo creo ni yo!
Volvia a casa trayendo el maletin y un cuadro gigantón de 100x80 cm, cuando un amigo de la resi se ofreció a ayudarme a transportalo.
Entonces, un hombre mayor, con unas hermosas gafas y una boina, me preguntó que si el cuadro estaba en venta.
Me quedé a cuadros, y nunca mejor dicho.
¡Sin palabras! ¡Nunca me había ocurrido nada semejante, y ... no supe reaccionar!
Así que después de interesarse lijeramente por la obra, sí, esa rojiza y azulada que estaís viendo, y al ver que yo no reaccionaba, se despidió y hasta otra vez.
¡por dios!
Qué expectante. Ahora me siento un poco como si hubiera perdido una de las grandes opurtunidades de la vida, y a la vez, un poco como si me hubieran tomado el pelo.
¡menos mal que habían testigos! que si no, no es algo fácil de creer,¿verdad?
...

Espero que no fuera ningún dueño de alguna famosa galería de arte, o un conocido crítico de arte...
Solo puedo añadir que el hombre en cuestión me dijo, que el cuadro era "muy salao"

Acrílico en lienzo.
100X80.

viernes, 2 de enero de 2009

El hombre que viaja

Y nunca mejor dicho, pues estaba realmente cansado después de nueve horas de viaje.
Nueve horas a pie. Casi todo el tiempo de un día que una persona cualquiera no dedica a dormir.
Nueve horas, con sus respectivas paradas para comer, descansar no más de diez minutos y ... esas pequeñas cosas que nos provocan el nacimiento de una sonrisa de extremo a extremo de la boca.
Y justo después de esas nueve horas de viaje no podía nada más que pensar en lo orgulloso que se sentiría su amigo de Francia, de quien estaba situado justo delante de la puerta de su casa, y en todas las anécdotas que le contaría de ese año en el que no se habían visto.
No podía por más que pensar en el inquietante y nuevo viaje, que emprenderían de inmediato, o al día siguiente, pues no había nada más excitante, para su amigo de Francia, que viajar.
Y no pudo contenerse más, y llamó al timbre.
Deseaba verle de nuevo, después de casi un año.
Deseaba ver la cara que el pondría cuando le contase que había recorrido casi medio mundo solo para que ambos pudieran emprender un nuevo viaje juntos.
Deseaba, ya de una vez, ver su expresión, cuando le alagáse su largo viaje, con tan solo una mochila al hombro.
Deseaba... y el abrir de la puerta, blanca y de madera, interrumpió sus maravillosas dibagaciones, sobre todas esas marcas en forma de X, que de inmediato comenzarían a trazar juntos, sobre un mapa, en todos los países que les daría tiempo de visitar en un solo verano.
“Esta es mi dirección- le dijo el francés, en el último día de todo un curso académico que compartieron juntos- esperaré que vengas a visitarme, ¡cuando sea! ¡Te estaré esperando, y empezaremos un viaje hacia el más infinito rincón que pueda quedar en este mundo!”
Su amigo ya había estado en medio mundo, y nada podría ser más excitante que emprender algún viaje con él.
Así pues, no era de extrañar que cuando nuestro viajero llegara a casa de su amigo, este no estuviera ya allí.
Sus padres, le hicieron pasar al salón, un salón decorado con miles de fotografías de su hijo, que nada que envidiar tenían a un manual de viajes. Parecian ordenadas alfabeticamente por el nombre de los paises donde se encontraba, y había tantas que con ellas se podría haber ilustrado una biblia.
Sentado en un blanco y mullido sofá, escuchando el crujir de los pasos de sus anfitriones, el cansancio que sentia era solo, en ese instante igualable a su decepcion.
Debía haberlo imaginado.
Debía haberlo previsto. Pero muy obcecado en que fuera una sorpresa no había ni concertado una cita con su amigo, y ahora este se hallaba, a millas, a kilometros de su casa, viajando, escalando una nevada montaña, en busca de algo nuevo, de un nuevo lugar, un nuevo espacio que conquistar, muy a su manera.
Podía imaginarle, con unas gruesas botas marrones, de paralelo a su pelo, con unas oscuras gafas puestas siempre por debajo de la capucha, escalando, con ayuda de un baston, y una gran mochila a sus espaldas, una interminable cuesta arriba, hacia un congelado paradero, o quizás más allá incluso, hasta la cima, donde miraría incansablemente, con su sonrida de satisfacción y sus coloradas mejillas heladas, hacia arriba, a su inminente nuevo destino. Más allá de la tierra, más allá del cielo. Más allá de todo lugar ya visitado bajo sus pies.

Y pudo así recordar, en un frío día de invierno, una conversación mantenida de camino allí donde ambos vivian, por un año, por un simple año.
De tantos lugares ya visitados, y pareciendo que esta era la razon de su vida, si algún día llegase a ver toda el mundo, a visitar toda la tierra, a estar presente por sí mismo en cada rincón del planeta, si eso algún día llegase a ocurrir, ¿qué le quedaría entonces? ¿cúal sería su ilusión, su esperanza?
“El espacio”

Y no creía que de grande que era, en todo el espacio pudiera caber su desilusión.
¿Regresar a casa? ¿Quedarse en Francia unos días? ¿Emprender un viaje en solitario, o quizás con algún ocasional acompañante que surgiria durante el camino?
Le fue ofrecido quedarse un par de días en la casa de su amigo, por si en ese tiempo él volviera, ya que durante sus viajes, o su tiempo de libertad, el chico nunca llevaba nada encima que pudiera acortar o perturbar su felicidad en esto hallada, y era prácticamente imposible comunicarse con él, ya que de igual modo que emprendía un viaje, podía comenzar uno de nuevo, sin haber apenas terminado este primero, y sin siquiera volver a casa.
Pero él, no iba a volver.
No volvió en dos días, no volvió en dos semanas, no volvió en dos meses, ni volvió en dos años.
Su amigo al poco se marchó, de vuelta a su país,a su casa, dejándole escrito una nota con su dirección para encontrarse de nuevo, algún día, pues todavía quedaba mucho tiempo por delante.
Lo único que uno tiene en la vida es tiempo. Y más que nadie, nuestro francés viajero, quien iba a permanecer gran tiempo, todo su tiempo, en la montaña que eligió como último destino, y quizás tan poco intencionado como el laúd de nieve que ahora le sepultaba, y congelado y muerto, le guardaría ahí por todo el tiempo de la eternidad.
Quizás esto significó el final de sus viajes, pero no el final de su vida, pues como por todo viajero del mundo es sabido, existen dos tipo de vidas, y una de ellas reside en la memoria y la esperanza de todos aquellas personas, que aún cuando te marchas piensan en tí.
De este igual modo, por muchos años, iban a seguir pensando que, él seguia viajando, sin necesidad de pasar por el hogar, y es que no había hogar más cálido que el mundo entero para este viajero. Viajar y viajar, y esto no era falso en absoluto, pues aún cuando pasaron los años y poco a poco su memoria se fue borrando de las gentes que en algún otro tiempo o en algún otro de sus viajes le conocieron; él, aun solo para ellos, seguía viajando, explorando, viviendo...
Y esto no iba a dejar de ser cierto mientras ellos pensaran en él, todavía con una sonrisa en la boca.



Escrito hace mas o menos un año, en una siuación parecida a la que ahora estoy viviendo.
El hombre que viaja escrito y creado integramente por Alicia Roig.